Recuerdo las tardes en las que la televisión era otra cosa, las privadas nos deleitaban con telenovelas lacrimosas y previsibles, en la tv2 los animales se debatían entre comerse un ñu o dedicarse a la tarea amorosa con las hembras de la manada y que decir de esos programas de la tarde donde se trataba el corazón como si los famosos fueran de otra especie, era increíble, ninguno tenía problemas, los matrimonios todos funcionaban y por supuesto nadie le ponía los cuernos a nadie, así que, al final de la tarde o te habías hartado de llorar, o se te había revuelto el estómago con tanto ñu y tanto darle al mambo o lo que es peor te sentías como una auténtica fracasada viendo como esa gente famosa era tan perfecta.
Bien, pues todo eso a quedado en el pasado. Ahora me paso la tarde entre voy y vengo entre risa, enfado y a veces entre salidas de tono que me parecen de lo peor, pero que sin darme cuenta hacen que se me pase la tarde en un plis plas, es un programa vivo, tal vez demasiado vivo, pero que hace que cada tarde se me abra el corazón y no que se me parta, ya sé que con mi opinión hay mucha gente que no está de acuerdo ya que consideran que es un programa zafio y sin escrúpulos, pero creo que el que dice eso es porque no lo ha visto más de un día. Además este programa es para verlo con gafas especiales, con esas que dejan ver sólo el espectáculo, es para verlo pensando que ellos no representan al mundo ni lo pretenden, que sus verdades nunca son absolutas y que son humanos, con sus lindezas y sus bajezas, pero en definitiva lo que intentan, al menos conmigo lo consiguen, es entretener, así que, llegado a este punto sólo puedo decir que, a pesar de, y gracias a Sálvame he conseguido no llorar, no vomitar y no sentirme fracasada porque este programa me ha enseñado que ni los famosos son tan «perfectos» ni nosotros tan «bobos».